«36 años» son números y letras que tal vez se pueden leer muy rápido … pero si eres un peruano, amante del fútbol, «36 años» reflejan un tiempo cruel sufrido muy, muy lento, viendo a la selección de tu país alejado de una Copa Mundial.
Es casi toda una vida de derrotas frustrantes, de empates inservibles y de simples victorias morales que nos dejaron escasas alegrías y ocho eliminaciones seguidas. Un mar de lágrimas en generaciones de hinchas «blanquirrojos».
Después de clasificar por méritos propios a los Mundiales de México 1970, Argentina 1978 y España 1982, a los peruanos se nos vino la noche y cada cuatro años tuvimos que aprender a esconder nuestro dolor de «equipo eliminado» cuando se jugaba otro Mundial.
Sin consentimiento previo, y mirándo por la TV, saboreamos gotitas de la gloria conseguida por otros países. Así fueron pasando nuestros días, meses, años y décadas, con la ilusión de algún día volver a la máxima fiesta del fútbol.
En el Mundial de México 1986 los peruanos gozamos con el título de Argentina e imaginariamente nos poníamos la «Albiceleste» para intentar regatear a todos en el barrio y tratar de imitar el maravilloso «Gol del Siglo» de Diego Armando Maradona.
En Italia 1990 nuestro corazón inca bailó salsa colombiana y explotó feliz con el golazo de túnel de Freddy Rincón en el último segundo para el épico 1-1 de Colombia contra Alemania, que clasificó a los «cafeteros» por primera vez a unos 8vos. de final del Mundial.
En Francia 1998 muchos peruanos apretamos los dientes y nos unimos a los gladiadores de Paraguay, liderados por el arquero José Luis Chilavert y los zagueros Celso Ayala y Carlos Gamarra, quienes nunca desmayaron ni ante el poderoso equipo anfitrión que se impuso apenas con agónico «Gol de Oro», el primero de los Mundiales.
En el Japón-Corea 2002 en Perú lucimos como nuestra la «Verdeamarela» de Brasil y al ritmo de samba vitoreamos los goles del fenómeno Ronaldo y las jugadas de Rivaldo, Kaká y Ronaldinho, magia derramada para conquistar el pentacampeonato del «Scratch».
En Alemania 2006 los aficionados peruanos no festejamos mucho y por el contrario nos solidarizamos con la pena de selecciones de nuestro continente, abatidas ante el poderío europeo, y no por ello dejamos de reconocer la estirpe ganadora de la campeona Italia.
En Sudáfrica 2010 los peruanos vibramos con el primer título de España y encantados alabamos ese juego de «tiki-taca» de Xavi, Iniesta y compañía, observándolo muy semejante al viejo y querido toque peruano que encandiló el planeta en los 70’s e inicios de los 80’s.
En Brasil 2014, aunque estando geográficamente cerca, seguimos atestiguando el Mundial desde afuera, y elogiamos las grandes actuaciones de Colombia, Costa Rica y Chile; sufrimos la debacle brasilera en el 1-7 con Alemania; y aplaudimos tristes el subcampeonato de la Argentina de Messi.
Así «prestándonos» camisetas y vivencias ajenas transcurrieron 7 Copas Mundiales sin presencia peruana, nefastos años que ahora pasan al olvido porque la historia se escribe distinto.
Recuperando nuestro estilo futbolístico logramos en 2017 una emotiva clasificación en Sudamérica y hoy la bandera «Blanquirroja» ya flamea en el olimpo de Rusia 2018.
36 años después estamos de vuelta. La noche se hizo día y hoy nuestros latidos vuelan renovados.
Más de 30 millones de peruanos regresamos a un Mundial de la mano de un entrenador pensante como «El Tigre» Gareca y un equipo humilde, solidario y batallador.
Que ruede el balón en campos rusos y que la euforia contenida del fiel hincha peruano colme tribunas allá, aquí y más allá.
Un Perú renacido vivirá como nunca este Mundial y lo hará con alma de Guerrero, como su gran capitán Paolo.
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