La historia de Alexander Rodríguez, un barbero dominicano y propietario de una barbería en Harlem, es un testimonio de resiliencia y determinación. Rodríguez llegó a Nueva York en 2016, con solo 17 años, junto con su madre y su hermano, en busca de una vida mejor. “Llegué a casa de mi abuela, donde tuve que dormir en un sofá junto a mi madre porque no había espacio”, recuerda. “Durante 11 meses dormí ahí, agradecido por el pequeño espacio que me brindaron mis abuelos.”
Dos semanas después de llegar, Rodríguez comenzó a trabajar en su primera barbería. “Mi comienzo es como todos… tuve mi rechazo”, dice. “Cuando la gente venía a la barbería, muchas veces me decían que no, al preguntar si les podía brindar el servicio. Me decían que era muy joven y que mejor se cortaban el pelo con otros barberos. Para mí fue un poco incómodo en algunos momentos.” Aunque hubo momentos de desánimo, Rodríguez supo que esto solo era el principio. “Tuve que esperar muchas horas para cortar el pelo. Como todo barbero sabe, los comienzos son fuertes, pero cuando quieres, puedes.”
Con el tiempo, la perseverancia de Rodríguez comenzó a dar frutos. “Luego el proceso se fue mejorando. Cuanto más era la crítica, más y más fuerte me ponía,” explica. “Siempre he sido puntual, respetuoso, he tenido una disciplina grande porque amo mi trabajo. Después de tantos malos momentos, los clientes fueron aceptando más mi trabajo.” Tres años de esfuerzo en esa primera barbería sentaron las bases para lo que lograría más adelante.
En 2023, el sueño largamente anhelado de Rodríguez se hizo realidad cuando abrió su propia barbería en Harlem. “No fue fácil, pero lo hice, con la ayuda de mis familiares,” afirma, reflexionando sobre el camino que lo llevó hasta su local en 1571 Lexington Ave, un lugar que ahora siente como su hogar. “Ser dominicano es llevar la patria en alta y representar en cualquier parte del mundo, especialmente en Nueva York.” Cada corte le brinda la oportunidad de honrar sus raíces y conectar con la vibrante comunidad de Harlem. “Elegí esta área ya que tenía varios años trabajando en ella, y por acá se me presenta una gran diversidad de personas,” comenta.
Para Rodríguez, el éxito depende de la resiliencia y el compromiso. “Al abrir un negocio hay que tener cierto mecanismo y mentalidad, para que el negocio entre en fusión.” Tras años perfeccionando su oficio y creando vínculos con sus clientes, ha llegado a ver su barbería como un reflejo de su viaje y su identidad.
Como él mismo lo expresa con orgullo: “Mi papá me cortaba el pelo, y desde pequeño eso me motivó a ser peluquero y aportar a la comunidad. Ahora, cada día, siento que estoy viviendo ese sueño.”
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