En el mes de septiembre Puerto Rico vivió los momentos más terribles del 2017. Pasaron tres fuertes huracanes por la isla, el primero fue Irma, de categoría 5; luego José, de categoría 4; y después María, un huracán de categoría 4 con vientos sostenidos de 155 mph y una presión de 917 milibares que destruyeron el territorio puertorriqueño.
A dos meses y medio del golpe de María, un grupo de voluntarios de Long Island, Nueva York, se dirigieron a la isla caribeña en viaje de ayuda humanitaria llevando a los boricuas comida y suplementos médicos, colaborando para limpiar sus playas y calles, pero sobre toda las cosas, devolviendo la alegría en esta época navideña a nuestros hermanos de Puerto Rico.
La misión solidaria de tres días fue posible gracias a patrocinadores como Hempstead Hispanic Civic Association, Hispanics United for Nassau County, Circulo de La Hispanidad y Gilbane Contruction Company.
El grupo que partió del condado de Nassau fue dirigido por Melissa Figueroa, exdirectora del Distrito Escolar de Hempstead y en conjunto con Esther De Jesús quien dirigió el grupo de Gilbane Company. Todos unidos bajo el lema “Ayudando a Puerto Rico”.
Orfanato ‘Casa De Todos’
En el primer día del viaje, el viernes 8 de diciembre, los voluntarios de Long Island visitaron al orfanato “Casa De Todos”, localizado en El Mango, Juncos. En este lugar dirigido por la monja Sor Carmen Carmona se alberga a 23 niños quienes recibieron juguetes y sábanas nuevas.
Algunos de estos chicos han sido maltratados por sus padres y son establecidos en este orfanato hasta restablecerlos en un nuevo hogar. En la “Casa De Todos” también viven tres madres solteras quienes han sufrido violencia doméstica, entre ellas Thaisha Quiñones Rodríguez (28) que nos comentó. “Durante el huracán la pasé bajo medicamentos, el sonido de la tormenta me ponía muy nerviosa, y ahora mismo estoy bajo mucha ansiedad ya que tenemos dos meses y medio sin electricidad”.
Sor Carmen Carmona dijo que lo único que ella podía hacer en este momento era aumentar su fe y esperar que el gobierno arreglara el problema de la electricidad. “Estoy gastando 500 dólares semanales en la planta de gas, dinero que me podría servir para dar otros suplementos que los niños necesitan”, indicó. Tras el feroz paso del huracán María, la “Casa De Todos” quedó destrozada. Por ejemplo, en el comedor donde los niños entran a almorzar, el techo fue levantado debido a los fuertes vientos. Ahora hay un grupo de voluntarios que viajaron desde Chicago para poder reconstruir el orfanato.
“Estos obreros están reconstruyendo los daños que dejó el huracán María, es importante enfatizar que lo están haciendo totalmente gratis, estos voluntarios han comprado sus propios materiales para reconstruir el lugar”, nos explicó la arquitecta Juli Vásquez. Cabe resaltar que los niños del orfanato tuvieron la oportunidad de jugar, reír y ser felices con los voluntarios neoyorquinos que les brindaron un tiempo de calidad, jugando con ellos y abriendo sus juguetes nuevos. La visita a la “Casa De Todos” concluyó con una despedida de parte de los niños en muestra de agradecimiento por el apoyo recibido.
Municipio de Maunabo
El sábado 9 de diciembre, en el segundo día del viaje, el grupo de voluntarios de Long Island se movió al municipio puertorriqueño de Maunabo. “El gobierno de Puerto Rico dice que hay un 60% de regeneración de energía, pero el país quiere saber a cuánto se traduce esto”, declaró la lugareña Luce Mille.
En Maunabo se recogieron las calles para entregar a la comunidad los suplementos de comida que necesitan. Mientras los voluntarios entregaban las compras y cajas de aguas, el señor Luis Figueroa, exconsejal de la Villa de Hemsptead, cantaba canciones navideñas acompañado de su trompeta. Algunas personas lloraban de la emoción y otras saltaban de alegría haciendo sus peticiones musicales para armar la parranda.
Ante esto, Gonzales Pérez, un señor que lo perdió todo por el huracán señaló, “Lo más triste es no tener electricidad, en la noche todo es muy oscuro, FEMA todavía no ha venido a mi casa”. Él solo ha logrado reconstruir el techo de su habitación con zinc pero su baño sigue sin techo, situación que se complica porque en esta época del año llueve mucho en Puerto Rico y hay peligro de inundación. Los demás espacios en su vivienda han sido improvisados con un techo de plástico.
Para resaltar que a esta cruzada se unió un grupo de médicos puertorriqueños quienes decidieron salir casa por casa a tocar las puertas de la gente, para poder atenderlos ya que algunas veces se les hace difícil llegar a los hospitales, por motivos de falta gasolina o por la difícil transportación. “Mi mayor interés es ayudar a mi pueblo, en especial, en los lugares de más difícil acceso.
Para salir adelante de estos huracanes es necesario empoderar a las comunidades y hacerles entender que la recuperación está en nuestras manos ayudando a los enfermos” explicó la médico interna alergista, Silvette Nazario. Pero no solo los puertorriqueños dentro de la isla han sufrido por los estragos del huracán también los que viven afuera, un ejemplo es George Siberon, director de Hempstead Hispanic Civic Associaction, quien formó parte del viaje en colaboración con la agencia donde trabaja.
“No tenía comunicación con mis padres que son personas de la tercera edad, viajé a Puerto Rico para buscarlos y traerlos a Nueva York porque donde ellos viven en la isla la casa no estaba en buenas condiciones para quedarse solos por allá. Ahora mis padres están en Brooklyn, NY, con una desesperación de regresar a su tierra. Están sufriendo su estadía en Nueva York”, enfatizó Siberon.
Municipio de Luquillo
Al tercer día del viaje a Puerto Rico, el domingo 10 de diciembre, los voluntarios de Long Island siguieron trabajando fuerte.
Esta vez fue en el municipio de Luquillo, escogido para brindar ayuda limpiando el medio ambiente, en la playa Fortuna. “Empezamos limpiando la calle uno, en calle fortuna, en lo que esperamos al alcalde de Luquillo, Jesús Márquez (Jerry)”, señaló con entusiasmo Melissa Figueroa. La jornada terminaría en el río Los Mamayes donde procedieron a recoger los plásticos. Además, en la Playa Fortuna se notó que las palmeras fueron levantadas desde la raíz. Los voluntarios encontraron pedazos de una radio y el tejado de Zinc de una casa.
“Puerto Rico necesita mucha ayuda, a pesar de que ya transcurrieron dos meses, hace falta mucho trabajo, la gente no debe olvidarse de este país, necesitamos regresar a ayudar a la isla”, expresó la voluntaria neoyorquina Jessica Sosa. En la isla no hay energía eléctrica pero cada alcalde se ha encargado de sus municipios, como Jesús Márquez Rodríguez (Jerry), el alcalde de Luquillo.
“He logrado que el 50% de la comunidad tenga electricidad, a pesar de nuestras diferencias políticas con el gobierno puedo decir que se ha conseguido que la comunidad no sea discriminada y reciba los servicios correspondientes. Hay 100 hombres de la compañía eléctrica que están trabajando para restablecer todo, levantando los postes y los cables. Mi mayor logro ha sido mantener al hospital principal del municipio con electricidad”, afirmó Márquez.
Por otro lado, en la calle uno de Luquillo hay una cancha de baloncesto que también fue limpiada por los voluntarios llegados desde Nueva York, dejándola como nueva. “Una vez la cancha este reconstruida la nombraremos Nachaly De Jesús en reconocimiento a una jovencita que desde temprana edad practicaba este deporte en esta cancha y actualmente se encuentra estudiando en la universidad de Miami donde juega baloncesto y es un orgullo para nosotros”, sostuvo Márquez.