La oposición demócrata aprobó los cargos de abuso de poder y obstrucción al Congreso en contra del presidente, Donald Trump, convirtiéndolo así en el tercer mandatario en enfrentar un juicio político en la historia de los Estados Unidos.
Los demócratas han hablado de someter a Trump a un «impeachment» desde que el presidente llegó al poder hace 3 años tras una polémica campaña en la que, según la inteligencia estadounidense, recibió el apoyo de Moscú.
Al principio del mandato, los demócratas tenían sus esperanzas de «impeachment» puestas en la investigación que lideró durante 2 años el fiscal especial Robert Mueller para buscar nexos entre el equipo de campaña de Trump y el Kremlin, pero esta terminó sin resultados concluyentes contra el mandatario.
Pero cuando los demócratas ya se habían resignado y veían los comicios de 2020 a la Presidencia como la única forma de sacar a Trump del poder, una filtración en septiembre desde el interior de la Casa Blanca sobre un controvertido favor que el mandatario pidió a Ucrania reactivó el proceso.
Este miércoles, finalmente, sin un solo congresista republicano a favor, la Cámara de Representantes aprobó los cargos de abuso de poder (230 votos por el sí, 197 por el no y una abstención) y el de obstrucción al Congreso (229 por el sí, 198 por el no y una abstención) en contra de Trump.
Trump se convirtió así en el tercer presidente de la historia del país en enfrentar un juicio político después de Andrew Johnson en 1868 y Bill Clinton en 1998, ambos absueltos.
Richard Nixon en 1974 también enfrentó un proceso de destitución, pero renunció al cargo antes de que la Cámara de Representantes votase los artículos de «impeachment» en su contra.
La filtración que animó en septiembre a los demócratas a impulsar el proceso de destitución fue la que protagonizó un agente de la CIA asignado a la Casa Blanca al informar a los servicios de inteligencia sobre una conversación telefónica de julio entre el presidente y su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski.
En esa llamada, Trump presionó a Zelenski para que investigara a su rival político y exvicepresidente, el demócrata Joe Biden -actual precandidato de su partido a las elecciones de 2020-, y a su hijo Hunter por supuesta corrupción en ese país.
La presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, aseguró que el miércoles fue «un gran día para la Constitución pero un día triste para el país», y agregó que el actuar del presidente no les dejó otra alternativa que «presentar artículos de juicio político».
Con la aprobación de los cargos en la Cámara de Representantes, el siguiente paso es el juicio político que debe celebrarse en el Senado, en el que los representantes demócratas actuarán de fiscales, los senadores de jurado y el juez será el magistrado jefe del Tribunal Supremo, John Roberts.
Trump, por su parte, enviará a abogados para que le defiendan.
Se espera que el juicio político arranque a principios de enero, pero la probabilidad de que Trump termine destituido es ínfima ya que, a diferencia de la Cámara Baja, los republicanos dominan el Senado con 53 legisladores frente a 47 y, además, las normas del «impeachment» requieren de una mayoría de dos tercios.
Mientras los congresistas votaban los cargos de abuso de poder y obstrucción al Congreso, Trump subía a una tarima en Battle Creek (Michigan) para pronunciar un discurso antes decenas de miles de simpatizantes.
«A través de sus acciones depravadas de hoy, los locos demócratas de Nancy Pelosi se han señalado con una marca eterna de vergüenza», afirmó el presidente, que dedicó gran parte de su mitin a criticar a la oposición y defenderse de las acusaciones.
Trump advirtió que «el Partido Republicano nunca ha estado tan afrentado pero unido como ahora» y avanzó que los senadores conservadoras «harán lo correcto» durante el juicio político.
«Todo va a terminar pronto y con una gran victoria», añadió el presidente, al asegurar que el proceso arrancado el miércoles supone «una marcha suicida para el Partido Demócrata».