Congreso de EEUU expulsa al republicano George Santos por mentiras y acusaciones de fraude

Congreso de EEUU expulsa al republicano George Santos por mentiras y acusaciones de fraude
George Santos era miembro de la Cámara de Representantes de Estados Unidos por el Distrito 3 de Nueva York que incluye partes de Long Island y de Queens. Foto: EFE/EPA/JIM LO SCALZO

La Cámara de Representantes de Estados Unidos expulsó este viernes en el tercer intento al polémico legislador republicano George Santos, que había construido su carrera política a base de mentiras y presuntos delitos.

Santos fue expulsado con 311 votos a favor y 114 en contra, con gran parte de sus colegas republicanos uniéndose a los demócratas para lograr los dos tercios necesarios que forzaron su salida del Congreso nacional.

A medida que se hacía claro que los votos para su expulsión serían suficientes, Santos se despidió de sus pocos aliados estrechando manos y abandonó el hemiciclo antes de que se anunciase el resultado final.

Su puesto, en representación de distrito congresional 3 de Nueva York que incluye parte de la costa norte de Long Island (condado de Nassau) y el condado de Queens, queda ahora vacante a la espera de que se convoquen elecciones.

La de Santos es la sexta expulsión de un legislador en los 230 años de historia del Congreso estadounidense, por lo que se trata de una medida excepcional que en el caso de Santos no tiene precedentes.

Las tres primeras expulsiones, en 1861, fueron a secesionistas de la Confederación, mientras que las otras dos, en 1981 y 2002, a congresistas condenados por delitos de corrupción.

Santos no ha sido condenado de ningún delito, pero está imputado de 13 cargos de fraude, lavado de activos y robo de fondos públicos -por cobrar ilegalmente 24.000 dólares del fondo de desempleo-, entre otros.

También está señalado por un informe interno del Comité de Ética de la Cámara de Representantes, controlado por sus colegas republicanos, de haberse embolsado más de 200.000 dólares de sus fondos de campaña para fines personales.

Entre los gastos en los que Santos habría incurrido con ese dinero hay compras en Hermès, Ferragamo o Sephora, una suscripción en la página de contenido para adultos OnlyFans o viajes varios, así como pagos recurrentes a sus tarjetas de crédito.

Pero más allá de sus presuntos delitos y faltas éticas, lo que ha hecho realmente a Santos famoso durante los 11 meses que ha sido congresista, han sido los recurrentes escándalos normalmente relacionados con sus mentiras.

Santos mintió cuando explicó que sus abuelos habían huido del Holocausto, cuando aseguró que su madre había sobrevivido a los ataques a las Torres Gemelas de Nueva York o cuando dijo ser judío.

También en su currículum, cuando puso que había trabajado en Wall Street o que había estudiado en New York University (NYU). Además tenía un proceso judicial abierto por fraude en Brasil, donde había vivido y de donde huyó sin rendir cuentas.

Todo esto había provocado dos intentos previos de expulsión, pero Santos había sobrevivido a ambos.

El jueves, en sus últimas horas como congresista, la Cámara Baja celebró el debate en el que Santos se enfrentó sobre todo a los colegas de su partido que iban a permitir su caída.

«Usted es un ladrón», le espetó a Santos el republicano Max Miller, a lo que Santos respondió: «Mi colega quiere venir aquí y llamarme ladrón. El mismo colega que ha sido acusado de maltratar a mujeres. Todos tenemos un pasado».

 

Ascenso  caída

 

George Santos contó a sus votantes que era nieto de judíos que escaparon del Holocausto e hijo de una sobreviviente de los ataques a las Torres Gemelas para salir electo en el Congreso hace un año, solo la punta del iceberg de las mentiras y presuntos delitos que provocaron este viernes su caída.

La Cámara de Representantes votó por 311 a 114 a favor de la expulsión del congresista republicano, la sexta en los más de 230 años del Legislativo estadounidense.

Santos había sobrevivido a dos intentos previos de expulsión por motivos similares, el primero en mayo y el segundo hace apenas cuatro semanas, pero esta vez se había hecho público un informe interno de ética que reveló que además de mentiroso, se embolsó dinero de su campaña para fines personales.

Su elección en los comicios legislativos de 2022 parecía a priori improbable, pero Santos aprovechó el mal momento de los demócratas en Nueva York para arrebatarles el distrito que hasta hoy representaba, en Long Island. Ganó con un 53,8 % de los votos, superando toda expectativa.

La alegría duró poco: semanas después los medios estadounidenses, que no habían hecho demasiado caso a los comicios, empezaron a investigar la figura de Santos y a destapar una amalgama de falsedades que se salían de toda lógica.

Construyó su carrera con mentiras:

Sus abuelos no eran judíos que huyeron del Holocausto en Europa, sino que ambos nacieron en Brasil. Su madre no estaba en las Torres Gemelas cuando Al Qaeda las derribó el 11 de septiembre de 2001, ni siquiera estaba en Estados Unidos ese día.

Se descubrió que Santos tenía un caso judicial abierto en Brasil por fraude y que no había estudiado dónde decía haberlo hecho -New York University (NYU)- o trabajado dónde aseguraba -Goldman Sachs y Citigroup en Wall Street-.

También que estafó más de 15.000 dólares con cheques sin fondos a criadores de cachorros, que se embolsó unos 3.000 dólares de una campaña de recaudación de fondos para operar al perro de otra persona o que no era verdad que hubiese salvado a 2.500 animales a través de una fundación, como aseguraba.

Dijo que había perdido a cuatro empleados en el tiroteo de la discoteca Pulse en Orlando (Florida) de 2016; durante parte de su vida aseguró ser judío y negó haber sido una ‘drag queen’ en Brasil pese a que salieron a la luz fotos, videos y testimonios. Todo mentiras.

«De hecho, los estudios demuestran que la mayoría de las personas mienten en sus currículums. Desafortunadamente, es la realidad», afirmó Santos en una entrevista.

Breve y escandaloso paso por el Congreso:

Su llegada al Congreso, donde ha estado menos de un año, fue del todo disruptiva. Los enigmas sobre sus mentiras lo situaron en el escándalo permanente, con periodistas persiguiéndolo en coro por los pasillos casi a diario tratando de arrancar una confesión.

Para muchos de sus colegas republicanos ha sido una especie de apestado, pero la débil mayoría conservadora en la Cámara de Representantes en esta legislatura ha hecho que el voto de Santos se convirtiera en imprescindible para el partido.

Las cosas se pusieron más feas para Santos cuando en mayo pasado un tribunal federal le imputó 13 delitos por fraude, lavado de activos, robo de fondos públicos -por cobrar ilegalmente 24.000 dólares del fondo de desempleo-, entre otros.

Santos negó los cargos, se declaró no culpable y aseguró que lo demostraría en el futuro juicio.

En ese momento fue cuando algunos intentaron echarle del Congreso por primera vez, pero la mayoría argumentó que nunca antes se había expulsado a un congresista solo por haber sido imputado, pero no condenado.

De hecho, de los cinco congresistas que habían sido expulsados antes que Santos, dos eran corruptos convictos y los otros tres considerados traidores por estar adscritos a la Confederación.

Dinero de campaña para OnlyFans y bótox:

A las mentiras, excentricidades e imputación de Santos se sumó hace dos semanas el informe ético que un comité controlado por los republicanos llevaba meses elaborando y que reveló que el congresista se embolsó al menos 200.000 dólares de fondos de su campaña.

Santos usó ese dinero para pagar tarjetas de crédito, compras en Hermès, Ferragamo o Sephora, una suscripción en la página de contenido para adultos OnlyFans, bótox o viajes varios. Un informe devastador que sirvió para que sus compañeros finalmente decidieran dejarlo caer.

En una rueda de prensa ayer frente al Capitolio, Santos pareció tener asumido que estaba ante sus últimas horas como congresista, de momento: «Tengo 35 años, no significa que sea un adiós para siempre».

 

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