Por razones obvias, la masacre ocurrida en las oficinas de The Capital Gazette, un periódico de la comunidad en Maryland, puso en aprietos a todos los que vivimos y respiramos el periodismo local.
Nuestros corazones están con los cinco miembros de The Capital Gazette que fueron baleados a sangre fría por tan solo otro de los muchos locos armados que han traído muerte y dolor a nuestro país en los últimos años.
El tiroteo ocurrió en un momento en nuestro país en el que la prensa libre está siendo atacada constantemente por el presidente y sus muchos seguidores.
Apenas unos días antes de la masacre, el presidente Trump calificó a la prensa como «el enemigo del pueblo estadounidense» ante la multitud en uno de sus muchos mítines. Calumnias similares contra el periodismo en Estados Unidos han sido reiteradas por Trump y sus muchos impulsores en medios de comunicación de derecha y redes sociales.
La masacre de The Capital Gazette aparentemente surgió del rencor trastornado de un hombre contra la publicación que data de hace varios años. No obstante, ello no excusa las odiosas e inflamatorias mentiras que el presidente y sus seguidores han perpetuado contra la prensa de este país durante años.
Los Padres Fundadores codificaron en la Constitución la importancia de la prensa. De hecho, es importante no solo para la supervivencia de nuestra república, sino también para la supervivencia de las comunidades.
Estamos aquí para ser sus ojos, oídos e incluso la voz sobre los problemas que le afectan en el gobierno, en su vecindario, en su distrito escolar, incluso en su cuadra. Estamos aquí para informar, iluminar, investigar y educar sobre el mundo en el que vives.
A veces la verdad puede ser dolorosa o inconveniente; no todas las historias pueden tener un final feliz. Pero sin la prensa, el mundo es una tierra de fantasía moldeada por individuos poderosos que crean su propia verdad y no se preocupan por su vida, libertad o felicidad.
Nosotros no somos el enemigo. Estos repetidos ataques a la prensa en nuestro país son intolerables, vergonzosos y antiamericanos.
Un ataque a una publicación no solo es un ataque a cada medio de comunicación, sino también un ataque contra todos nosotros, y todos ustedes, un ataque a la libertad de prensa.