Miembros de la caravana de migrantes centroamericanos que llegaron a una garita de ingreso a Estados Unidos a través de la ciudad mexicana de Tijuana se mantienen firmes en su intención de obtener asilo en ese país, pese a que ninguno ha sido admitido hasta ahora.
Decenas de migrantes se mantienen apostados en una explanada ante la garita migratoria de San Ysidro, sitio conocido como El Chaparral, donde pernoctaron debido a que les informaron que la instalación migratoria estadounidense ya se encontraba llena de solicitantes de asilo.
En total son unos 330 los migrantes que esperan presentar sus solicitudes, que de ser aprobadas les darían acceso provisional a Estados Unidos, pero en centros de detención donde sus casos serían analizados con mayor detalle.
Sin embargo, hasta ahora ninguno ha recibido autorización, y unos 30 fueron devueltos por los oficiales migratorios y ahora están con sus compañeros de viaje en albergues de Tijuana, noroccidental estado mexicano de Baja California, tratando de decidir sus próximas acciones.
Irineo Mújica, director de la organización Pueblo Sin Fronteras, que apoya a los migrantes, consideró que el Gobierno mexicano quiere «invisibilizar» a la caravana para complacer a las autoridades estadounidenses.
El activista destacó que ha habido una importante unidad entre los migrantes, procedentes fundamentalmente de Honduras, El Salvador y Guatemala, que no han cometido actos de violencia y se han manejado con orden en su interés de conseguir asilo en el país vecino.
En tanto, defensores de los derechos de los inmigrantes en Estados Unidos denunciaron que las autoridades encargadas de recibir las peticiones de asilo usan tácticas dilatorias para desalentar a los centroamericanos que esperan del lado mexicano.
El abogado de inmigración Alex Galvez, que asesoró a estos inmigrantes en la frontera sobre cómo pedir asilo, explicó que EE.UU. ha cambiado además su estrategia para recibir a los inmigrantes y que el primer contacto de los extranjeros ya no es con un oficial de inmigración sino con personal de seguridad.
La caravana se inició con unos 1.500 migrantes en Tapachula, estado de Chiapas, luego llegaron unos 130 a Tijuana y unos 200 más se les unieron después. El resto del grupo se dispersó previamente de forma paulatina desde su llegada a Puebla y a la capital mexicana, en el centro del país.
Estos migrantes tienen como objetivo solicitar asilo humanitario en EE.UU. ante la violencia en sus países de origen, principalmente por los grupos criminales.
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