Si tuvieras la posibilidad de salvar una vida, ¿lo harías? Gracias a la generosidad de un donante de órganos, la vida de Wanda Cepeda literalmente, dio un respiro. La madre de dos niñas estuvo a punto de morir debido a una fibrosis pulmonar causada por un raro trastorno hereditario, el síndrome de Hermansky-Pudlak.
“Yo pasé tres años sufriendo y luchando pero ya mi cuerpo no daba más, había que confrontar eso y ser realista”, dijo Wanda. “Mi papá murió cuando yo tenía 17 años y no quería eso para mis hijas, y esa era el miedo mío porque yo sé lo que se siente perder a un pariente”.
Sin embargo, gracias a un donante anónimo y a la aparición de un par de “ángeles guardianes”, como Wanda los llama, ella pudo tener una segunda oportunidad de seguir con vida.
“Yo pienso que fueron dos ángeles que Dios me mandó para que salven mi vida. Cuando yo conocí al Dr. Ángel yo ya había perdido toda la esperanza porque otro hospital me había negado por el problema genético que tengo … yo era un riesgo muy grande para ellos”, añadió.
La cirugía a Wanda Cepeda, de 48 años, fue dirigida por los cirujanos de NYU Langone Health, el director médico Luis F. Ángel, MD, profesor en los departamentos de Medicina y Cirugía Cardiotorácica, y el director quirúrgico Zachary N. Kon, MD, profesor asistente en el Departamento de Cirugía Cardiotorácica, quienes poco después de recibir la aprobación regulatoria final para lanzar un nuevo programa de trasplante de pulmón, realizaron con éxito el primer procedimiento de la institución, otorgando dos nuevos pulmones y una nueva vida a la residente de Brooklyn.
“A pesar de que Wanda tenía un riesgo más alto, por estar ya tan enferma, al conversar con ella y ver que era una persona tan llena de vida, con todas las razones y motivación para mejorar, nos motivó a tomar mayores riesgos y hacer lo posible para salvar esta vida”, expresó el Dr. Ángel.
“Desafortunadamente no podía respirar pero era una gran paciente que había siempre seguido todas las instrucciones de los médicos y no tenía ninguna razón para tener esta enfermedad, porque no era que ella hubiera fumado o usado drogas”.
Debido a su deteriorada condición física, otros centros médicos regionales no habían agregado a Cepeda a su lista de espera para trasplante. Su neumólogo la remitió en diciembre del año pasado al Dr. Ángel, quien, junto con el Dr. Kon, acordaron asumir su caso.
“El riesgo más grande que tuvimos con Wanda es que fuera llegar al trasplante o no alcanzáramos a encontrar los pulmones para ella”, prosiguió el Dr. Ángel. “La mayoría de los pacientes ahora sobreviven muy bien los trasplantes de pulmón, y es raro que un paciente en cirugía no salga adelante. Aunque son cirugías bastantes riesgosas ya estamos mucho mejor”.
Sensación de culpa
A pesar de la gran necesidad de donantes, el tema sigue causando incomodidad entre las personas. Una de las razones es el sentimiento de culpabilidad por parte de los recipientes de órganos, como por parte de los familiares de las personas fallecidas.
“Antes de la operación yo pensaba que me iba a sentir culpable sabiendo que alguien murió para darme sus órganos”, confesó Wanda. “Pero me siento igual, me siento muy agradecida y yo oro por esa persona todas las noches. Yo no estuviera hablando con usted hoy si no fuera por esa persona”.
“Probablemente lo único que pasó ese día en que [el donante] murió, es que la familia y la paciente que habían donado los pulmones decidieron que querían salvar la vida de otras personas”, expuso el Dr. Ángel sobre el caso contrario. Cuando es la familia quien se siente culpable de donar los órganos del ser querido.
“Entonces en vez de esa sensación de culpa, las familias, a través de la donación de órganos, encuentran como perpetuar la vida de sus personas queridas. Eso termina siendo lo mejor que puede pasar en un momento tan crítico como cuando se pierde una vida humana, -se pueden salvar hasta siete u ocho vidas más con los trasplantes que se pueden ofrecer”.
Un regalo de vida
De acuerdo al Dr. Ángel, en Nueva York menos del 30% de la población está registrada para donar. “Más de la mitad de la gente no da permiso para usar los órganos porque no entienden bien que realmente no va a cambiar nada -ya el paciente está muerto y siendo más crudo, a nadie lo entierran con los órganos, de todas maneras los órganos se los van a sacar y en vez de perderlos, es mejor usarlos en otra persona”.
El médico agregó que también hay confusión en el público entre estar en estado de coma -donde el cerebro todavía tiene alguna función- y la muerte cerebral, cuando no existe ninguna función del cerebro.
“La gente cree que los van a dejar morir para sacarles los órganos, pero nadie lo va a dejar morir. Es un desperdicio increíble que muchos pacientes con buenos órganos, decidan ser enterrados en vez de darles vida a otras personas”, insistió.
“Lo más importante es recordar que cada día es especial y hay que tratar de sacar lo más especial de esto”.
Asimismo, Wanda ahora con esta segunda oportunidad, busca que la gente sepa lo importante que es donar y salvarles la vida a otros.
“Sinceramente, no era donante, pero ahora trato de convencer a todo el que yo pueda y trato de dar a entender, la importancia de ser donante. Es el regalo más bello que le puedes dar a otra persona”, finalizó.
Para obtener más información sobre el programa de trasplante de pulmón o para programar una cita, llame al 866-838-LUNG (866-838-5864) o al 212-263-7951, o envíe un correo electrónico a lungtxp@nyumc.org.