Los parques nacionales, los turistas y miles de funcionarios comenzaron a sentir los primeros impactos del cierre parcial de la Administración, que comenzó por un desacuerdo sobre el muro con México y que podría prolongarse hasta 2019.
En Washington, los monumentos a los presidentes más célebres de EE.UU. -Abraham Lincoln, George Washington o Thomas Jefferson- se mantenían abiertos para sorpresa de algunos turistas, que temían encontrarse con vallas y carteles de «cerrado» como ocurrió en el cierre de Gobierno de 2013.
La Casa Blanca se ubica en un parque nacional y, actualmente, su centro de visitas se encuentra cerrado y tiene la luz apagada.
Los fondos para financiar los parques nacionales y para nueve ministerios expiraron la medianoche del viernes al sábado debido a un desacuerdo entre la oposición demócrata y el presidente, Donald Trump, que quiere que los presupuestos incluyan 5.000 millones de dólares para su muro con México.
La clausura es parcial porque tres cuartas partes del Gobierno -incluido el Pentágono- tienen fondos hasta septiembre de 2019, de manera que el impacto es menor que en otras ocasiones.
No obstante, algunos parques nacionales de EE.UU. han tenido que cerrar sus puertas, aunque otros permanecen abiertos parcialmente, puesto que los centros de información y los aseos están bajo llave y, además, no hay servicios de mantenimiento ni de recolección de basura.
El cierre afecta a 800.000 de los 2,1 millones de trabajadores federales de EE.UU., que dejarán de recibir su sueldo, aunque lo recuperarán cuando se apruebe un presupuesto.
De esos funcionarios, 380.000 deben quedarse en casa hasta que se reabra el Gobierno; mientras que los 420.000 restantes deben acudir a trabajar porque están considerados como personal «esencial», denominación que incluye a los trabajadores de los aeropuertos y funcionarios de prisiones, entre otros.
Cierre podría prolongarse
Ni Trump ni los demócratas parecen dispuestos a ceder y, por ello, el cierre podría prolongarse hasta 2019, según dijo director de presupuesto de la Casa Blanca, Mick Mulvaney, en una entrevista con la cadena Fox.
«Es muy posible que este cierre vaya más allá del 28 (de diciembre) y llegue hasta el nuevo Congreso», avisó Mulvaney, que el próximo año será el nuevo jefe de gabinete de Trump.
El próximo jueves el Senado se reunirá para debatir el presupuesto, pero Mulvaney se mostró pesimista y aseguró que «las cosas no van a moverse muy deprisa durante los próximos dos días», de forma que el nuevo Congreso podría ser el responsable de aprobar reabrir la Administración.
El 3 de enero de 2019, tomarán posesión de su escaño los legisladores que resultaron elegidos en las elecciones de noviembre pasado y serán inauguradas las dos cámaras: el Senado, que se mantiene en manos republicanas, y la Cámara de Representantes, que pasa a dominio demócrata.
Trump ve en la presente negociación su última oportunidad para obtener fondos para el muro, ya que cuando los demócratas controlen la Cámara Baja podrían bloquear la financiación del proyecto.
Este es el tercer cierre que afronta Trump desde que llegó al poder a principios de 2017. El primero se produjo en enero de este año, coincidiendo con su primer aniversario en la Casa Blanca, y se alargó durante tres días; mientras que el segundo fue en febrero y duró apenas unas horas.
La peor clausura de la Administración en la historia reciente ocurrió en 2013, cuando ocupaba la Presidencia Barack Obama (2009-2017) y demócratas y republicanos tardaron 17 días en lograr un acuerdo para financiar la Administración, lo que produjo fuertes caídas en la bolsa y la pérdida de miles de dólares.