Grandes empresarios del país han afeado en los últimos días al presidente, Donald Trump, su reacción ante los disturbios en Charlottesville con donaciones de sus firmas a grupos antirracistas, como JPMorgan, cuyo presidente ejecutivo se comprometió hoy a dedicarles 2 millones de dólares.
Jamie Dimon, el máximo ejecutivo del banco, ya expresó su «profundo desacuerdo» con las palabras de Trump en una nota interna, y su jefe de responsabilidad corporativa, Peter Scher, dijo este lunes que estaban «obligados a redoblar esfuerzos» ante estos eventos que reflejan «divisiones en el país», según recoge CNBC.
La firma planea repartir 500.000 dólares a la Liga Antidifamación (ADL), otros tantos al Southern Poverty Law Center (SPLC), 50.000 a la fundación comunitaria de Charlottesville y un millón en donaciones elegidas por empleados a otros grupos de derechos civiles, en la línea de otras compañías.
Tras los disturbios en torno a la manifestación racista de Charlottesville (Virginia) la semana pasada, en los que una mujer falleció al ser atropellada por un neonazi, la reacción de Trump culpando a ambas partes de la violencia despertó críticas en diferentes esferas de la opinión pública, incluida la corporativa.
El miércoles, James Murdoch, director ejecutivo de la 21st Century Fox e hijo del conservador magnate de las telecomunicaciones Rupert Murdoch, comunicó a sus amigos en un e-mail que su mujer y él donarían un millón a la ADL para contribuir a su trabajo contra la intolerancia y el fanatismo y les invitó a hacer lo mismo.
«No puedo ni creer que tenga que escribir esto: plantarse ante los nazis es esencial, no hay nazis buenos. Ni hombres del Ku Klux Klan, ni terroristas. Demócratas, republicanos y otros deben estar de acuerdo con esto, y no ponen en riesgo nada al hacerlo», escribió Murdoch.
Ese mismo día, otro líder empresarial, Tim Cook, consejero delegado de Apple, se pronunció con contundencia ante la «equivalencia moral» establecida entre nazis y antirracistas por Trump.
Cook anunció en un correo a todos sus empleados que Apple iba a donar un millón de dólares a la ADL, otro al SPLC y una cantidad no detallada en donaciones elegidas por los trabajadores, además de facilitar a los usuarios de sus productos que pudieran hacer lo mismo.
«El odio es un cáncer, y si se deja sin revisar, destruye todo lo que hay en su camino. Sus cicatrices duran generaciones. La historia nos ha enseñado esto veces y veces, en EE.UU. y otros países en el mundo», dijo el empresario.
El último en sumarse a la donación a causas de derechos civiles fue Jim Murren, ejecutivo de la compañía hotelera MGM Resorts, que el viernes invitó a sus empleados a elegir las organizaciones de destino, entre ellas ADL, SPLC o el Consejo de Relaciones Americanas e Islámicas, aunque no detalló la cantidad.
«Los eventos en Charlottesville y Barcelona pueden hacer que nos sintamos vencidos por el odio y destripados por la violencia, abriendo cuestiones sobre nuestro futuro como nación, sociedad global y raza humana», dijo Murren, quien se comprometió a «rechazar el discurso del odio y las acciones basadas en él».
Otros gestos de crítica en el mundo corporativo los han protagonizado ejecutivos de grandes empresas que participaban en los consejos de asesoría empresarial y económica de la Casa Blanca y que decidieron retirarse de ellos.