Un estudio preliminar de la Universidad de Columbia estima que entre el 1 y el 2 % de los neoyorquinos infectados con la COVID-19 fallecieron, incluidos los asintomáticos, lo que supone una tasa de mortalidad por infección más alta que la reportada en cualquier otro lugar del mundo, sobre todo en ancianos.
El estudio divulgado este miércoles fue financiado por el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, el Programa de Respuesta Rápida de la Fundación Nacional de la Ciencia y el Departamento de Salud de Nueva York pero es un documento «pre-print», pendiente de evaluación antes de ser publicado y abierto a discusión.
Divulgado en el servidor MedRxiv, el documento estima el riesgo de mortalidad por infección (IFR, en inglés) en general y para cinco grupos de edad durante el periodo entre el 1 de marzo y el 16 de mayo en Nueva York, en el que se contabilizaron más de 191.000 casos de COVID-19 y más de 20.000 muertes confirmadas o probables.
El IFR de la población general de NY fue de 1,45 %, lo que significa que entre el 1 y el 2 % de los neoyorquinos infectados con la COVID-19 en ese periodo fallecieron, incluso los que tuvieron síntomas leves o no tuvieron síntomas.
Esa estimación incluye las muertes confirmadas y probables, pero si solo se basara en las confirmadas, que representan el 78 % del total, la cifra bajaría ligeramente, hasta el 1,1 %.
«Ambas estimaciones son más altas de lo que previamente se ha reportado en cualquier parte (por ejemplo, en torno al 0,7 % en China y Francia)», destacan los investigadores.
El riesgo de mortalidad más bajo se dio en los grupos de edad más jóvenes: un 0,011 % para los menores de 25 años; un 0,12 % entre los 25 y los 44 años y un 0,94 % entre los 45 y 64 años, de manera «similar a los IFR reportados por China para grupos de edad correspondientes», apunta el estudio.
«Sin embargo, el IFR estimado para los dos grupos de edad más mayores fue mucho más alto que en los grupos jóvenes y cerca del doble que las tasas reportadas para los mismos grupos de edad en China», agrega el documento: un 4,67 % entre 65 y 74 años y un 13,83 % a partir de los 75 años.
Los investigadores reconocen que las diferencias en el riesgo de mortalidad de los ancianos puede deberse a las características demográficas y a la prevalencia de enfermedades, pero opinan que las «graves estimaciones subrayan la severidad de la COVID-19 en las poblaciones ancianas y la importancia de la prevención de la infección en entornos de congregación».
«Además, dada la probable fortaleza de la infraestructura sanitaria y los sistemas de salud en NYC respecto a muchos otros lugares, el IFR más alto estimado aquí sugiere que el riesgo de mortalidad de COVID-19 puede ser más alto en EE.UU. y probablemente en otros países que lo reportado previamente», afirman.
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