Los puertorriqueños se encontraron hoy un país totalmente devastado tras el paso del huracán María, que con vientos de 250 kilómetros por hora, afectó a toda la isla el miércoles, ocasionando inundaciones y destrozos aún por calcular.
«Esto es devastación total», aseguró a EFE Jorge, un residente de San Juan que salió esta mañana de su casa al levantarse el toque de queda impuesto por las autoridades para evitar saqueos.
El panorama en este país de 3,5 millones de habitantes es el de un territorio devastado con árboles arrancados, señales de tráfico caídas, áreas inundadas por el agua, casas con los tejados arrancados literalmente y, sobre todo, con las calles muy sucias por el material arrastrado por los fuertes vientos del ciclón.
El gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló, informó el miércoles por la noche de la primera víctima de la que se tiene constancia por el momento en la isla a causa de María, un hombre que fue golpeado por un panel de madera usado como protección y que se desprendió de una casa.
Con esto, María, que tocó tierra en la mañana del miércoles en la costa sureste de Puerto Rico como huracán de categoría 4 (de un máximo de 5), se ha cobrado la vida de al menos nueve personas a su paso por el Caribe, tras la muerte de otra persona en Guadalupe y siete en Dominica.
Las autoridades puertorriqueñas están dedicadas ahora a la evaluación de los daños y aún no han dado ninguna evaluación, pero se teme que las pérdidas sean multimillonarias.
El presidente, Donald Trump, a petición del gobernador Rosselló, anunció hoy la aprobación de la declaración de «estado de desastre» para Puerto Rico, lo que permitirá el desembolso de asistencia federal para las tareas de reconstrucción.
«Estamos con usted y con el pueblo de Puerto Rico. ¡Manténgase a salvo!», escribió horas antes a Rosselló el gobernante en Twitter, su medio favorito de comunicación.
Un día después del paso del ciclón, la totalidad del país continúa sin suministro eléctrico, y las autoridades han advertido de que en el mejor de los casos pasarán semanas, si no meses, para que se recobre totalmente la normalidad.
No será cuestión «de días ni semanas», sino de meses, advirtió el gobernador antes incluso de que comenzase la evaluación de daños.
Sólo algunos hoteles y escasos edificios que cuentan con generadores autónomos tienen energía eléctrica, y las comunicaciones telefónicas son intermitentes o directamente nulas.
Las autoridades estadounidenses han enviado ya a la isla equipos de rescate para que se sumen a los desplegados por las instituciones puertorriqueñas en las tareas de rescate y recuperación.
En toda la isla rige un toque de queda entre las 6 de la tarde y las 6 de la mañana, que estará vigente al menos hasta el próximo sábado, para evitar saqueos como los sucedidos en la tarde del mismo miércoles en la capital, tras calmarse los vientos del ciclón.
En un popular supermercado de San Juan, en la Plaza Loiza, las autoridades detuvieron a ocho adultos y dos menores acusados de aprovechar la catástrofe para robar.
Entre tanto, los puertorriqueños, miles de los cuales pasaron el huracán protegidos en refugios, se enfrentan ahora abrumados al daño y la devastación dejada por el fenómeno meteorológico, y ven un panorama largo y complicado para recobrar la normalidad.
Como ya anticipó el miércoles la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulin, la vida de los puertorriqueños ya no es «como la conocíamos antes».