La primera persona en Nueva York en recibir la vacuna contra el COVID-19, una enfermera afroamericana de cuidados intensivos del hospital Long Island Jewish Medical Center, del barrio neoyorquino de Queens, donde el pasado abril llegó a haber más de 3.500 pacientes enfermos de coronavirus, asegura que ella ha visto cuál es la alternativa a no ponerse la vacuna y «es peor».
La alternativa es, para Sandra Lindsay, «un día tras otro, en la unidad de respuesta rápida» y «aumentar las unidades de cuidados intensivos de 4 a 10».
«Es ver a mi equipo trabajar entre 14 y 16 horas para salvar vidas, sostener las manos de la gente mientras se está muriendo, llamar a los familiares y hablar con ellos cara a cara, es llorar con la gente», aseguró la sanitaria en una rueda de prensa tras recibir el lunes la primera dosis de la vacuna desarrollada por la farmacéutica Pfizer.
Vestida con la bata del Long Island Jewish Medical Center, donde trabaja como jefa de enfermería del servicio de cuidados intensivos, y con un semblante serio que parecía afectado por el cansancio y que en todo momento estuvo parcialmente oculto tras una mascarilla sanitaria, sentenció que estos meses «han sido oscuros, han sido dolorosos».
Su hospital se encuentra en uno de los barrios más golpeados por la enfermedad en Nueva York, donde han muerto más de 35.000 personas desde que se descubrieron los primeros casos.
Tras recibir la inyección a las 9.23 de la mañana, Lindsay, que portaba una pegatina en la que se podía leer «aplastando el COVID-19», mostró su esperanza de que la vacuna pueda poner fin a la pandemia en los próximos meses.
«Creo que hoy es un día muy esperanzador y estoy emocionada. Veo la luz al final del túnel. Todavía no estamos completamente allí, pero llegaremos», dijo.
Durante su comparecencia ante los medios, insistió en varias ocasiones en la importancia de ponerse la vacuna y en que con su acto pretende servir como ejemplo para toda la población.
«Mi profesión está profundamente enraizada en la ciencia y les puedo decir que es seguro tomar la vacuna. He visto la alternativa y no quiero eso, así que les animo a todos a vacunarse, a seguir a los expertos y a no rendirse», subrayó.
En un momento de su intervención, también se dirigió a la comunidad afroamericana, que junto a la latinoamericana ha sido la más golpeada por la enfermedad y por la crisis económica aparejada a las medidas restrictivas impuestas para frenar su expansión.
«Para mi comunidad minoritaria, que tal vez se muestre escéptica sobre la vacunación, quiero hacerles saber que es seguro tomarla, porque la alternativa es oscura, es dolorosa, es sufrimiento y probablemente la muerte», declaró.
Este lunes, comenzó en todo Estados Unidos la campaña de vacunación con el envío de 2,9 millones de dosis a más de 600 puntos de todo el país que promedia más de 200.000 infecciones diarias y que la semana pasada rompió la barrera de las 3.000 muertes en un lapso de 24 horas.
Las autoridades esperan que con la vacuna de Pfizer y con la aprobación de otras tres desarrolladas por Moderna, Johnson & Johnson y AstraZeneca en los próximos tres meses, todos los estadounidenses que lo deseen puedan estar vacunados para finales del segundo trimestre de 2021.
«Esto marca el principio del final de una época muy oscura de nuestra historia», aseveró Lindsay, cuya mascarilla ocultó si sus palabras de ánimo fueron en alguna ocasión acompañadas por una sonrisa.
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