El control del Congreso de EE.UU. está en juego en las elecciones de mitad de período de este mes de noviembre, junto con el resto de la agenda política del presidente Joe Biden.
Los republicanos tienen muchas posibilidades de hacerse con el control de la Cámara de Representantes, mientras que los demócratas cuentan con más posibilidades de mantener la mayoría en el Senado. Una Cámara de Representantes republicana sería suficiente para trastornar la mayor parte de la legislación que Biden y sus colegas demócratas pretenden promulgar, además de provocar probablemente una oleada de nuevas investigaciones de la administración por parte del Congreso.
Vientos en contra históricos
El partido en el poder normalmente pierde escaños en la Cámara durante el primer mandato de un nuevo presidente.
El partido del presidente demócrata Barack Obama perdió unos devastadores 63 escaños en las elecciones de 2010 durante su primer mandato. En 2018, a los dos años de la presidencia de Donald Trump, el Partido Republicano cedió 41 escaños en la Cámara. En ambos casos, el control de la cámara cambió.
Este año, los republicanos solo necesitan ganar cinco escaños para asumir la mayoría en la cámara compuesta por 435 miembros.
Sus perspectivas de ganar esos escaños se han visto incrementadas por la práctica del ‘gerrymandering’, el trazado de los distritos del Congreso por parte de las legislaturas estatales una vez al año. Los republicanos controlan la gran mayoría de las cámaras estatales de Estados Unidos y han utilizado ese poder para diseñar distritos que favorezcan a sus propios candidatos y garanticen menos contiendas competitivas.
Los demócratas confiaban en que su propio mapa ofensivo en Nueva York compensaría los avances republicanos en estados como Texas y Florida. Sin embargo, una reciente sentencia judicial invalidó el mapa del Congreso de Nueva York, reforzando la ventaja de los republicanos en la manipulación de distritos.
Algunos demócratas se retiran
Los demócratas de la Cámara de Representantes, que temen que los republicanos tomen el poder, se han apresurado a salir. Hasta el momento, 30 demócratas de la Cámara de Representantes han anunciado que se retiran o buscan otro cargo, el mayor número para el partido desde 1992.
Los republicanos sólo necesitan ganar un escaño para hacerse con el control del Senado, que actualmente está dividido al 50%, siendo la vicepresidenta Kamala Harris el voto de desempate.
No obstante, los titulares demócratas sometidos a prueba en Arizona, Georgia y Nevada podrían ayudar al partido a mantener esos escaños, mientras que los republicanos podrían ceder escaños en Pensilvania y Wisconsin, dos estados que votaron por Biden en lugar de por Trump en las elecciones de 2020.
Una supuesta ola republicana podría hacer que todos esos escaños se inclinen a favor de ese partido, junto quizá con New Hampshire, que le daría una mayoría de 54 a 49.
Pocas contiendas competitivas
Como resultado del ‘gerrymandering’ y de la creciente polarización del electorado, el número de distritos del Congreso que pueden considerarse realmente competitivos se ha reducido drásticamente.
Los analistas electorales consideran que menos de 20 contiendas de la Cámara de Representantes son realmente imprevisibles, y sólo 32 contiendas pueden considerarse competitivas, según un conjunto de los principales analistas electorales.
Esto hace que los demócratas tengan menos oportunidades de frenar sus pérdidas si consiguen escaños en otros lugares. Y en varias de esas contiendas competitivas, las retiradas de los demócratas han puesto en peligro las posibilidades del partido de mantener los escaños.
Pronósticos electorales como el Cook Political Report, Inside Elections y el Centro de Política de la Universidad de Virginia consideran a los republicanos como favoritos para ganar la Cámara de Representantes, basándose en el entorno político y en factores como la geografía y la demografía.
David Wasserman, analista electoral de Cook Political Report, afirmó que el resultado probable para los demócratas en la Cámara de Representantes está entre «terrible» y «horrible», siendo este último la pérdida de más de 30 escaños.
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