Por: Dr. Mauricio León Rivera
Director médico del Centro Detector del Cáncer y jefe de la Unidad de Mastología de la Clínica Ricardo Palma
La leche materna es el mejor alimento que una madre puede ofrecer a su hijo al nacer, siendo una importante fuente de energía, protección y nutrientes preferentemente hasta los 24 meses.
Además de todo esto, el embarazo y el hecho de amamantar crea un factor protector contra el cáncer de mama debido a la actividad hormonal que se produce en las mujeres durante ese periodo.
La maduración de las células mamarias, desde el estado prepuberal hasta el desarrollo de los conductos y lobulillos durante la lactancia, hace que las células se diferencien volviéndose más resistentes a las influencias carcinogénicas o dañinas de las hormonas, del alcohol o de la comida chatarra.
Este proceso natural se desarrolla especialmente en mujeres jóvenes, sin embargo, cuando se realiza después de los 40 años disminuye la protección contra estos males.
El problema actual es que las mujeres por distintas razones dan de lactar menos a sus hijos o simplemente no lo hacen utilizando leches industrializadas de alto costo. Esto podría ser perjudicial para la madre y el hijo debido a que no benefician al organismo con este mecanismo defensivo.
No obstante, lo más importante además del buen hábito de la lactancia materna es el diagnóstico temprano del cáncer, por ello, es importante que las mujeres a partir de los 30 años deben realizarse el examen físico con un especialista (mastólogo) y complementarlo con una mamografía a partir de los 40 años de edad.
La Semana Mundial de Lactancia Materna se celebra en todos los países del 1 al 7 de agosto de cada año, con el objetivo de promover sus beneficios tanto en las madres como en sus hijos.