No hay primavera para los jóvenes «soñadores»

Editorial

El calendario nos dice que estamos en una de las temporadas más bonitas del año, la primavera, cuando la naturaleza reverdece, las flores alegran y el clima nos trata con dulzura.

Pero estas bendiciones que muchos podemos gozar no llegan a todas las personas en los Estados Unidos. Hay un segmento de la población que está olvidada en el más frío de los inviernos, lejos de poder ilusionarse con un panorama primaveral que solucione sus problemas y necesidades. Nos referimos a los millones de inmigrantes «soñadores» (jóvenes indocumentados llegados al país en la infancia) que batallan día a día por un estatus legal que valore sus aportes a nuestra sociedad.

¿Quién le puede decir a los «soñadores» que es primavera y es tiempo de felicidad? Si estos valerosos muchachos, estudiantes y trabajadores con DACA, saben que lo suyo es hacer un sacrificio constante, vivir en la cuerda floja cada minuto, expuestos a «juegos políticos» en Washington, con el temor latente que una cuenta de Twitter cuasi presidencial les escupa improperios, o les haga falsos halagos, o les brinde inaguantables ofertas.

Así como están las cosas los «soñadores» siguen siendo utilizados como una simple moneda de cambio por la Administración Trump que ofreció a los demócratas del Congreso extender durante 2 años y medio el programa DACA (que protege de la deportación a 690.000 «soñadores»), siempre y cuando el Congreso le entregue al presidente actual los 25.000 millones de dólares para construir «su muro fronterizo» con México, una de sus tantas polémicas propuestas de campaña hacia la Casa Blanca.

Sin embargo no hubo acuerdo, porque los demócratas aceptaron permitir dicha financiación, pero no por una solución temporal, sino por una permanente, pidiendo que Trump apoye una ley que otorgue un camino a la ciudadanía para los 1,8 millones de «soñadores» que viven en el país, algo que rechazó el mandatario.

Y ahora, cuando los legisladores ya entregaron su plan de financiación bipartidista para los fondos federales de los próximos dos años fiscales, no parece ser una prioridad revisar la situación de los «soñadores» y menos su pedido de obtener una vía más amplia a la legalidad que incluya a sus padres y no divida a sus familias. Por el momento esto también se encuentra estancado en la primavera de Washington.

Mientras tanto, los «soñadores» en su invierno cruel corren el riesgo de quedar expuestos a los agentes de inmigración si no se llega a un acuerdo en el Congreso.