Por: Isaac Cohen
El 12 de febrero, el Promedio Industrial Dow Jones llegó a 29,566 puntos, el mayor récord de su historia. En enero en Estados Unidos fueron creados 225,000 nuevos empleos, la tasa de desempleo llegó a 3.6 por ciento, la tasa más baja en medio siglo y la inflación permaneció debajo de la meta de la meta de 2 por ciento.
Durante su primera reunión, en enero, la Reserva Federal adoptó una postura de “mirar y esperar,” ante lo que describió como un comportamiento macroeconómico vigoroso con corrientes cruzadas y señales conflictivas.
Entretanto, a mediados de enero, las noticias de China sobre el coronavirus y su propagación hacia países vecinos no eran alarmantes, pero los precios de las materias primas principiaron a caer, incluyendo el cobre, el petróleo, otros metales y hasta algunos productos agrícolas.
El lunes 24 de febrero, ante las noticias que el virus se había propagado a Corea del Sur, Irán e Italia, los índices bursátiles en Wall Street, al final de la semana, cayeron en una corrección de 14 por ciento, desde el récord alcanzado el 12 de febrero.
El lunes siguiente, los mercados rebotaron, pero antes de la apertura del martes la Reserva Federal anunció un recorte de la tasa de interés de medio punto porcentual, a un rango de entre 1 y 1.25 por ciento.
Varios observadores interpretaron la decisión como “preventiva.” No obstante, otros dijeron que la política monetaria no era efectiva para contener el coronavirus. Lo que se necesita, dijo un analista financiero citado en el New York Times (03|01|20), es “una vacuna”.
La expectativa en los mercados es que las noticias respecto a la propagación del coronavirus, que ahora ha llegado a 56 países, continuarán generando volatilidad y pueden sumir a la economía mundial en una recesión.
* Analista y consultor internacional, ex-Director de la Oficina de la CEPAL en Washington. Comentarista de economía y finanzas de CNN en Español TV y radio, UNIVISION, TELEMUNDO y otros medios.