Algunos neoyorquinos que lamentaron la muerte del Papa Francisco el Lunes de Pascua se congregaron en la Catedral de San Patricio para orar por el difunto pontífice y el futuro de la Iglesia Católica.
Los extensos y sagrados pasillos de la catedral centenaria, la iglesia católica más famosa de Estados Unidos, se llenaron de fieles afligidos el 21 de abril, mientras el mundo lloraba a Francisco un día después de celebrar la resurrección de Jesucristo.
En el altar de la Catedral de San Patricio el lunes, donde el Santo Padre dirigió un servicio de oración durante su visita a Nueva York en septiembre de 2015, se colocó una fotografía enmarcada de Francisco entre velas titilantes. La silla dorada en la que una vez se sentó estaba cubierta con dos estolas —una púrpura y una blanca— adornadas con cruces doradas.
El Vaticano anunció su muerte esa mañana, lo que llevó a neoyorquinos y turistas de fe a acudir en masa a la Catedral de San Patricio para rendir homenaje a un hombre santo que, según dicen, provocó un cambio en la religión.
Muchos neoyorquinos que lloraban la pérdida se detuvieron en la Catedral de San Patricio y se acercaron al altar, inclinando la cabeza con reverencia. Varios dolientes lloraron y juntaron las manos en oración al recordar el impacto del Papa Francisco no solo en la Iglesia Católica, sino en el mundo entero.
Susan Craig dijo que vino a orar tanto por el Papa como por quien lo suceda.
“Vine a orar por el Papa y a orar por la Iglesia, para que elijamos un Papa que continúe su labor y haga avanzar a la Iglesia”, dijo Craig. “Él tendió la mano a todas esas personas que son perseguidas: migrantes y personas LGBTQ+. Se acercó a las mujeres y les dio más roles de liderazgo. Eso fue muy importante.”
Craig también le dijo a nuestra publicación hermana, amNewYork, que le reconfortaba estar dentro del lugar de culto junto a otros dolientes en las horas posteriores a su muerte.
“Es hermoso en este momento, hay muchas personas orando”, comentó Craig.
Elizabeth Johnson también fue una de las personas que quiso rendirle homenaje. Dijo que caminaba por el norte de la ciudad cuando escuchó la noticia y quiso reflexionar sobre la vida y el legado del Papa.
“No fue inesperado, pero sí fue una sorpresa”, dijo Johnson. “Pensé: me pregunto si van a hacer algún servicio especial. Déjame entrar un momento.”
Durante su tiempo en la catedral, compartió que pensó en la inevitabilidad de la muerte.
“Admiraba su humanidad y su humildad”, dijo Johnson. “Siempre es triste cuando alguien de esa talla fallece, pero tengo suficiente edad. Sé que la muerte es parte de la vida. Y hay que creer que, en su posición, él estaba preparado.”
Audeen Brooks y John Brooks estaban de vacaciones en Nueva York desde Irlanda, y la pareja le dijo a amNewYork que el Papa Francisco se destacaba como alguien que tenía empatía por todos.
“Estábamos muy tristes; era un buen hombre. Fue una pérdida”, dijo Audeen Brooks. “[Me gustaba] su empatía por los pobres, y que no juzgaba a ninguna denominación.”
“Es la pérdida de un líder mundial”, añadió.
“[Era] muy tranquilo y sincero. Espiritualmente era muy agradable”, dijo John Brooks.
