Por: María Rozman
Estados Unidos es un país tan grande como hermoso. Lo admito. Cadenas montañosas, ríos, lagos, bosques, praderas, desiertos, pantanos, playas, volcanes y cañones surcan su territorio dejando a cualquiera que tenga la suerte de visitarlo maravillado con tanta belleza. Su fauna es rica y diversa, desde águilas a bisontes, mapaches, mariposas monarcas, cocodrilos, serpientes, lobos grises… sus moradores son asombrosos. Yo he tenido la suerte de verlos, no solo en excursiones y viajes, sino desde el propio jardín de mi casa. He visto acercarse a ciervos, ardillas, linces, coyotes, serpientes y búhos gigantes. He visto osos en Alaska, gansos en Iowa, huellas frescas de pumas en Colorado, el vuelo libre de las águilas en Nueva Hampshire, alces en Vermont, perritos de las praderas en Kansas, focas en Seattle…
Es un país que, pese a sus grandes ciudades y núcleos urbanos, tiene una gran riqueza natural, salvaje y en muchos casos en peligro de extinción. No es un secreto que la mano humana es destructiva. Incendios provocados por descuidos, a propósito, o debido al cambio climático; el deshielo de los grandes glaciares en Alaska; el aumento de las aguas por el calentamiento marino… la contaminación atmosférica y acuática; la explotación del terreno para fracking; extracción de petróleo y gas, minería y tala de árboles… todos son factores que mutilan una tierra que solo Nino Bravo supo descubrir con su canción América: Un inmenso jardín… el Edén.
El presidente Ted Roosevelt fue uno de los primeros en entender la importancia de proteger este patrimonio natural y cultural (ya que muchas de estas tierras son sagradas para los nativos), creando los primeros parques nacionales y con ellos una red de protección durante su mandato entre 1901 y 1909. A partir de ahí, ha habido Administraciones que han tomado el relevo. Otras, además, crearon monumentos nacionales, los más antiguos, los creados por la naturaleza.
Durante el Gobierno de Obama se crearon muchos monumentos nacionales que posibilitan el acceso a estas áreas, el desarrollo de actividades al aire libre y la economía de pequeñas comunidades protegiendo el territorio, entre estos nuevos monumentos: Bears Ears en Utah, Brown Canyon en Colorado, Honouliuli en Hawái, Mojave Trails en California, Gold Butte en Nevada… decenas. Recuerdo haber estado en la firma de al menos dos de ellos.
La nueva Administración Trump ha disminuido considerablemente estos territorios en tamaño para proceder a la extracción de minerales y el desarrollo urbanístico. En esta situación en la que se está perdiendo la protección de estos tesoros naturales, el actual cierre de Gobierno causa un nivel de estrés en estas áreas con repercusiones duraderas o incluso permanentes.
Maite Arce, fundadora y CEO de Hispanic Access Foundation en Washington, es una luchadora. Ha sido su misión crear redes de voluntarios, de actividades para acercar a los jóvenes y familias hispanas a los espacios naturales, e impulsar la declaración y protección de monumentos nacionales. Una de las organizaciones sin afán de lucro que más ha trabajado para el fomento de estos parques y monumentos es, sin duda, Hispanic Access Foundation.
ENTREVISTA CON MAITE ARCE
Conozco a Maite Arce desde hace casi 10 años, y como experta en este tema hablé con ella sobre el impacto en los parques nacionales por el cierre parcial de Gobierno.
-¿Cuál fue la situación de estos parques nacionales durante el cierre parcial de Gobierno de Estados Unidos ?
“Muchos de los parques estuvieron clausurados por completo, mientras que otros se han mantenido abiertos, pero bajo la supervisión de un equipo insuficiente de empleados que no dan abasto para cuidarlos y mantenerlos. Campamentos, baños, centros de visitantes y operaciones de limpieza y recogida de basura están abandonados por ser imposible atender estos servicios”.
-Son numerosas las fotografías que muestran la basura desbordando los contenedores, desechos humanos por doquier. ¿Qué ocurre en aquellos parques que se mantienen abiertos?
“Muchos de estos parques están sin vigilancia, por lo que sufren las consecuencias de visitantes que no entienden las reglas del parque, o deciden no seguirlas. Además, los servicios básicos no están operando, impactando de forma negativa en el medio ambiente y la vida animal. La gente continúa visitando estos parques, lo que provoca que los baños sean utilizados, pero sin mantenimiento, los visitantes acceden por senderos prohibidos y conducen por fuera de las carreteras, se estacionan en áreas no habilitadas y no recogen los desechos de las mascotas”.
-¿Cuáles son las mayores amenazas para estos parques por el cierre del Gobierno?
“El vandalismo es la mayor amenaza para los monumentos culturales e históricos. Nuestras tierras públicas cuentan la historia de nuestra nación, y muchos de los daños no solo son irreparables, sino que ponen en riesgo la habilidad de pasar este legado y valiosos recursos y conocimientos históricos a las generaciones futuras. Por otra parte, la basura abandonada por los visitantes es ingerida por los animales salvajes, poniendo en riesgo su salud, su bienestar, su interacción con los humanos y la actividad humana. Los recursos de los parques nacionales no deben ser removidos, pero al no haber vigilancia se han producido incidentes vandálicos, en los que, por ejemplo, en el Parque Nacional Joshua Tree en California, han cortado numerosos árboles para crear pistas de tierra ilegales. Estos árboles tienen muchos años y son críticos para el ecosistema local, y se encuentran en peligro de extinción por los cambios climáticos ocurridos en esa zona de desierto”.
-Además del impacto ecológico, ¿Cuáles son las repercusiones económicas del cierre de Gobierno en estas áreas?
“Los parques nacionales necesitan asistencia financiera tanto a nivel federal como en el cobro de entradas, que permiten proveer los servicios básicos a los visitantes y el mantenimiento de los parques. Como el personal ha sido despedido temporalmente y al estar cerrados no hay entradas, no se generan ingresos. Además, el daño que se está produciendo en los parques costará dinero adicional para tratar de subsanarlo en la media de lo posible. Por otra parte, el cierre parcial del Gobierno coincide con la expiración del Fondo de Conservación de Tierra y Agua (Land and Water Conservation Fund), que proporcionaba cientos de millones de dólares a los parques nacionales, estatales y locales para mantenimiento, lo que supone un endurecimiento de las condiciones económicas. El Congreso todavía no ha permitido la autorización de este fondo nuevamente, lo cual ayudaría muchísimo después de que se reabra el Gobierno”.
-La Administración Trump dijo que utilizará ingresos procedentes de entradas, campamentos, estacionamiento y otras cuotas para pagar a empleados y servicios mientras estaba el cierre en los parques más visitados. ¿Qué opina de esta estrategia?
“Es insostenible y aunque el plan podría utilizar estos fondos para pagar sueldos -lo cual es positivo para estos empleados y nuestras comunidades-, las cuotas de entradas no son suficientes para pagar salarios y proveer servicios de conservación de los recursos naturales y mantener las instalaciones”.
-Hablábamos de impacto económico para las comunidades. ¿Cómo afecta a estas, a aquellos negocios dedicados a las actividades al aire libre y al turismo?
“La economía de actividades recreativas genera 887.000 millones de dólares en consumo, crea directamente el 7,6% de los empleos a nivel nacional y supone 59.200 millones en impuestos locales y estatales. Los negocios y comunidades que mantienen esta economía dependen de las tierras públicas para su desarrollo. Cuando los empleados federales están despedidos temporalmente por el cierre parcial, los negocios locales están viendo una caída en el número de visitantes a los parques nacionales, lo cual significa menos dinero para turismo, industrias recreativas y comunidades locales que dependen de estos visitantes para subsistir”.
-Bajo estas circunstancias, ¿deben permanecer clausurados los parques durante el cierre de Gobierno?
“La falta de supervisión y los ataques vandálicos que se están produciendo conllevan daños irreparables a recursos que tardan miles de años en restaurarse. Para poder protegerlos es necesario cerrar estos parques e intentar conservarlos. La inhabilidad de nuestro Gobierno para llevar a cabo una supervisión adecuada dejará como herencia que nuestra generación fue incapaz de proteger estos tesoros para los que vengan detrás de nosotros”.
DESIDIA INSTITUCIONAL
Esos preciosos parques naturales de los que hablábamos al principio, con su rica fauna y su flora en delicado equilibrio, sufren abandono por la desidia de los políticos, están indefensos ante el ataque de desaprensivos que para conseguir un vídeo que colgar en las redes talan árboles en extinción, y turistas sin conciencia que simplemente envenenan animales o queman un bosque por ser incapaces de recoger su propia basura. Esperemos que el Gobierno de Estados Unidos abra los ojos, porque las consecuencias para estos parques no duran una legislatura, sino siglos, si es que el daño no es irremediable.