Hace 26 años que Manuel Canales vive en la Villa de Hempstead, en Long Island, y desde hace 7 años que reside justo frente a la escuela primaria Marguerite Golden Rhodes en Wasghinton Street, donde todos los días observa está edificación vacía y deteriorada.
Este penoso panorama le recuerda la injusticia por la que atraviesan los hijos de algunos de sus vecinos, quienes deben trasladarse a otras escuelas más apartadas o asistir a salones de clases móviles ya que el Distrito Escolar no ha podido reconstruir dicho centro educativo clausurado desde el 2004.
Sin embargo esta situación en Hempstead, condado de Nassau, podría cambiar si el próximo martes 15 de mayo los dueños de casas votan a favor de la reconstrucción de la escuela Rhodes, algo que aumentaría sus impuestos anuales en 1.59%.
“Es un sacrificio pagar más impuestos pero es por el bien de menores inocentes que merecen lo mismo que otros niños: una educación segura y de calidad”, señala Manuel. Y aunque ya no tiene hijos en escuelas ve con mucha preocupación todo lo que rodea actualmente al sistema escolar de Hempstead: la falta de infraestructuras, un distrito en la lista de más bajo rendimiento en Nueva York y una Junta de Educación que según él: “no le ha importado para nada mejorar las condiciones educativas en Hempstead”.
Clases en casas móviles
Actualmente en la Villa de Hemsptead unos 513 estudiantes desde el segundo hasta el quinto grado de primaria toman clases en 24 casas móviles distribuidas en 3 escuelas del distrito y aunque algunos padres ya se acostumbraron a ver a sus hijos en estos salones móviles, supuestamente «temporales», sí aseguran que la reconstrucción de la escuela Rhodes brindaría muchos beneficios.
“Mi hijo lleva dos años en un salón móvil, desde segundo grado, pero cuando voy a las conferencias con las maestras yo noto que es un salón igual que cualquier otro, cómodo y confortable”, describe Elain Felder, madre de un estudiante de la escuela Jackson Annex donde están ubicados 16 aulas móviles.
Para Felder tomar clases en un salón móvil es un hecho que ha proporcionado otros aspectos a los que su hijo ya se acostumbró:
“Ellos sienten un ambiente muy familiar en estos salones de clase, son como sus casas, las cuidan, siembran plantas alrededor, es sencillo para ellos salir y respirar aire fresco fuera del salón. Yo no me quejo por estos dos últimos años pero como propietaria de casa y madre si voy a votar por favorecer la reconstrucción de la escuela Rhodes porque considero que nuestros hijos en Hempstead merecen lo mejor”, recalca.
Sin embargo, para María del Rosario, madre de una estudiante de quinto grado de la escuela Jackson Annex, aunque su hija ya se adaptó al salón móvil, sería excelente que los alumnos contaran con mejores instalaciones pero para muchos padres como ella, la decisión está en otras manos.
“Yo vivo desde hace año y medio en Hempstead, rento un apartamento y sé que muchos de nosotros los padres vivimos en renta, no tenemos voto (por no ser propietarios de casa), ni podemos elegir lo que sea más conveniente para la educación de nuestros hijos”, puntualiza María con la esperanza de que los dueños de viviendas en Hempstead hagan un esfuerzo con el pequeño aumento de sus impuestos y voten por mejorar las condiciones de los necesitados estudiantes.