Una vez más, la exnúmero uno del mundo Serena Williams confirmó que es la «reina» del Abierto de Estados Unidos y después de exhibirse ante la letona Anastasija Sevastova aseguró el pase a su novena final del último torneo de Grand Slam de la temporada.
En el que buscará «coronarse» como campeona por séptima vez, si se lo permite la promesa japonesa Naomi Osaka, de 20 años, que será su rival después de convertirse en la finalista más joven que llega a la final en Flushing Meadows desde el 2009.
Serena, de 36, confirmó ante Sevastova con un marcador final de 6-3 y 6-0, que es la tenista en mejor forma que ha llegado a la final, mientras que Osaka ya hizo historia con ser la primera japonesa que la alcanza en un Grand Slam, pero que sus posibilidades de coronarse en Flushing Meadows no son las mejores.
A pesar que en el único enfrentamiento que ha tenido con la menor de las hermanas Williams lo decidió a su favor al vencerla por 6-3 y 6-2 en la primera ronda del pasado Masters 1000 de Miami.
Entonces, Williams todavía no estaba en su mejor forma física, algo que ya ha adquirido durante el Abierto de Estados Unidos que le ha permitido tener de nuevo una potencia demoledora con sus golpes, que al final son los que le dan los triunfos no su tenis refinado ni técnico.
Precisamente ese poder físico fue lo que le permitió jugar impecable los últimos 13 juegos ante Sevastova de los que ganó 12 con unas subidas perfectas a la red sin respuesta de su rival.
Eso le abrió el camino para llegar a la trigésimo primera final de un Gran Slam y estar también a las puertas de su vigésimo cuarto título, que la empataría con la mejor de todos los tiempos, la legendaria australiana Margaret Court.
«He estado trabajando duro en mis voleas. He ganado algunos campeonatos de dobles, así que sé cómo volear», declaró Williams. «Aunque reconozco que usualmente solo vengo para estrecharme la mano con mi rival», bromeó.
La ironía es también una amenaza, dado que si la menor de las Williams añade a un repertorio de golpe demoledores, el de subir con más frecuencia a la red y incrementar sus voleas la dificultad para vencerla será aún mayor.
«Este es solo el comienzo de mi regreso». Todavía estoy en el camino ascendente. Todavía hay mucho más que planeo hacer», advirtió Williams. «No alcanzas tu mejor momento un par de meses después de tu regreso. Eso es algo en lo que estoy ahora. Siento que aún hay mucho crecimiento por desarrollar en mi juego. Eso es realmente lo más emocionante, explicó.
La llegada de Serena Williams a la final era algo que se esperaba, pero lo que no estaba en los pronósticos era que Osaka, vigésima cabeza de serie, fue su rival.
Sin embargo, Osaka, se aprovechó la eliminación de la alemana Angelique Kerber, cuarta cabeza de serie, ganadora del Abierto de Estados Unidos en el 2016 y fue la que mostró un tenis más consistente como el que aportó en las semifinales al vencer con total solvencia por 6-2 y 6-4 a la favorita local Madison Keys, de 23 años, decimocuarta cabeza de serie, y finalista el año pasado.
Osaka salvó los 13 puntos de quiebre ante Keys, que estuvo insegura en su tenis desde el fondo de la pista con el golpe de derechas.
Al preguntársele a Osaka durante su entrevista a pie de pista cómo se las arregló para evitar todas esas oportunidades de quiebre, respondió con una sonrisa, «Esto va a sonar muy mal, pero yo estaba pensando, ‘Realmente quiero jugar contra Serena'».
Cuando le preguntaron que ¿por qué?, respondió: «Porque ella es Serena», respondió Osaka. «Me gusta el reto que significa».
Osaka reconoció que el enfrentarse el sábado a Serena Williams en la final es un sueño hecho realidad y que además será su primera gran oportunidad de lograr un título de Grand Slam, que le llena de motivación el hacerlo bien cuando vuelva a salir a la pista central Arthur Ashe.
Pero la realidad será que Osaka se va a encontrar con la menor de las hermanas Williams que apenas ha perdido dos semifinales en sus participaciones previas en Nueva York, contra la italiana Roberta Vinci en 2015 y contra la checa Karolina Pliskova, en 2016.
Hace un año, Williams se perdió el US Open porque dio a luz a su hija, Olympia, durante el torneo. Luego tuvo que superar las complicaciones relacionadas con los coágulos de sangre.
Pero Williams volvió al circuito en febrero y a la acción de Grand Slam en el Abierto de Francia en mayo, cuando tuvo que retirarse del campo con un músculo del pecho lesionado. En su segundo regreso importante, Wimbledon, ya fue finalista y perdió el título frente a Kerber.
Ahora viene la oportunidad de obtener un título y convertirse, a pocas semanas de cumplir 37 años, en la mujer más veterana en ganar un Grand Slam en individuales.
«Honestamente, es realmente increíble. Hace un año, estaba luchando por, literalmente, mi vida en el hospital después de tener la bebé», recordó Williams. «Así que cada día que salgo a esta cancha, estoy muy agradecida de tener la oportunidad de jugar este deporte y pase lo que pase en cualquier partido, siento que ya he ganado».