Este año nos ha dejado gran dolor por aquellas personas que perdimos víctimas del coronavirus pero, al mismo tiempo, este duro 2020 también nos deja valiosas enseñanzas para mejorar y seguir adelante.
Son muchas las personas que así lo piensan y sienten, especialmente quienes han podido vencer la infección del COVID-19. Esta es la historia de Eladia Montañez, una trabajadora esencial sobreviviente del temido virus quien nos da su testimonio de vida con fe en el futuro y esperanza de que el nuevo 2021 sea mejor.
«Creo en la ciencia y tengo fe en Dios. Hoy mi experiencia ‘puede hablar’ con esperanza, paciencia y también agradecimiento. Creo que está interacción me dio ese potencial de soportar un tratamiento doloroso, terrible y tortuoso», nos dice Montañez, inmigrante peruana de 68 años, quien trabajaba cuidando personas mayores en Long Island y a fines del mes de marzo terminó contagiándose del coronavirus.
«¡Es como si te quitaran la respiración en vida! ahogándote y que por la vías de la nariz por un lado entra el cielo y por el otro se va. Con la boca abierta y el aparato conectado allí, y no poder cerrarla … Durante 7 días así, día y noche, sólo con intervalos para tomar pastillas y comer, pero no hay apetito. El respirador impide hablar … ¡imposible! … y él teléfono sonando … que impotencia y ansiedad mientras que el personal médico recomendándome relax, relax», comenta Montañez.
«A las 7 p.m. del 29 de marzo, de un momento a otro, no pude respirar. Llamé al 911 y en segundos estaban en la puerta un personal paramédico y luego directo al hospital. Muchísima gente esperaba ahí el hisopado, me tocó a mi y me dicen ¡POSITIVA!», recuerda Montañez sobre esos difíciles momentos y su lucha contra la infección que ha matado a miles de personas.
«Este Covid es horrendo sin embargo la sonrisa no la perdía, como educadora siempre solicito inconscientemente una sonrisa, creo que el buen carácter ayuda mucho», sostiene.
Eladia Montañez pasó 17 días internada en el hospital y justo en domingo de Pascua de Resurrección no necesitó más de «ese aparato para respirar».
Así dejó el centro hospitalario agradeciendo el trabajo perfecto y exacto de enfermeros y doctores, «no eran robots, eran seres humanos, mucha juventud. En ningún momento dejaron de ser amables hasta mi salida. Yo confiaba en todas y todos», comenta.
«Personalmente estaba confiada y segura que saldría bien. Es algo interno de uno mismo o la resiliencia de migrante. Tenía confianza porque era una mujer saludable, sana, cuidadosa y no tomaba medicamentos salvo una que otra vitamina», aclara.
Nuestra sobreviviente agradece a Dios, a la vida, a sus familiares, amigos y conocidos, incluidos los de Facebook. «Cada uno de ellos, de forma individual y grupal rezaban, oraban, algunos clamaban. Gratitud eterna a todos aquellos que se ocuparon de mi porque eso trae abundancia … Sentía las fuerzas que me enviaban para ganar la batalla contra el enemigo invisible», indica.
«Estoy agradecida por tener vida, mis metas casi cumplidas pero creo (ahora) con el propósito de dar a los demás una palabra de aliento».
Eladia Montañez dice que actualmente no está trabajando porque aún tiene algunas secuelas del COVID en su cuerpo, como dolores lentos e insoportables, algo que su médico le ha asegurado que va a pasar con el tiempo.
- Más del Coronavirus : La comunidad de Long Island se siente tomada en cuenta por sus médicos primarios