Por: Branch Editorial Team
De acuerdo con un estudio conducido por el Grupo Smith, más de la mitad de los doctores, enfermeras, y personal de emergencia que proveen cuidado para COVID-19 podrían estar en riesgo de sufrir uno o más problemas de salud mental, como el estrés traumático, depresión, y ansiedad.
Eso es precisamente lo que le sucedió a Josie Rodas, una enfermera quien trabaja en la sala de urgencias en Long Island, NY. Ella luchó para mantenerse positiva. Al principio de la pandemia cuando las infecciones empezaron a dispararse, sintió los nubarrones de depresión descendiendo sobre ella.
En su trabajo no encontraba tiempo ni para comer y sudaba profusamente en su equipo de protección. Muchos de sus compañeros renunciaron debido a la presión. En casa dormía separada de su esposo para no infectarlo. Su madre quien vive sola contrajo el virus.
Desesperada por ayudarla y mantenerse saludable a la vez, compró una cámara remota para poder vigilarla y ver si estaba respirando bien. Aunque le llevaba alimento se sentía impotente.
“Estoy ayudando a muchos pacientes en mi trabajo, pero no puedo cuidar de mi propia madre”, expresó.
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¿Qué la ayudó a mantenerse fuerte como una heroína y cumplir con su deber al prójimo en su empleo?
El interés y ánimo que recibió de sus compañeros en la fe, compartir con otros un mensaje de esperanza, y las oraciones más intensas. Muchos de ellos le enviaban textos, tarjetas de ánimo, y también se conectaban por FaceTime y Zoom animándola a no rendirse. Una amiga le decía: “Cuéntaselo todo a Dios, Él podrá ayudarte”.
“Si no hubiera tenido asociación espiritual virtual, ¿Quién sabe?”, dice Rodas. “El nivel de depresión que se ha desatado debido a esta situación es horrible. Se escucha de personas que no han podido sobreponerse. Da mucho ánimo saber que hay personas que se interesan por ti personalmente.”
Muchos profesionales en los campos de psicología y siquiatría reconocen el papel importante de la espiritualidad y la fe al enfrentarse a situaciones de angustia y trauma.
Lawrence Onoda, Ph.D., un psicólogo clínico en Mission Hills, California, señaló varias formas en que la espiritualidad puede ayudar, incluyendo darles a las personas “una esperanza positiva y significado a la vida, consuelo al buscar respuestas y fortaleza de un poder superior al nuestro, y una experiencia colectiva compartida de apoyo y comunidad».
Aunque el miedo que manifestaban los ojos de sus pacientes con COVID-19 severo está grabado en su memoria, Rodas también encuentra paz en la promesa de la Biblia de que Dios acabará con la enfermedad y el dolor e incluso resucitará a los muertos. Ella dice “Me imagino a todos esos pacientes que murieron, resucitados en el paraíso”.
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