Navidad y Hanukkah, dos de las festividades que se celebran en esta época del año, tienen dos temas que se cruzan: los deseos de “paz en la tierra, buena voluntad hacia los hombres” y de que la luz de la esperanza y la vida triunfe sobre las tinieblas del mal y la muerte.
Esta temporada suele ser un momento de celebración. Sin embargo, para muchas familias con conexiones con Oriente Medio, es un momento de gran desesperación.
La mayoría de las personas capturadas en los ataques terroristas del 7 de octubre en Israel siguen separadas de sus familias, que están desesperadas por liberar a sus seres queridos de las personas malvadas que los encarcelan.
Por eso las portadas de nuestros periódicos de esta semana tienen una cinta con la bandera israelí. Apoyamos a las familias de los rehenes y nos sumamos a su esperanza de que pronto se reúnan con sus seres queridos. Es hora de traerlos a casa.
La guerra entre Israel y Hamas, iniciada cuando la organización terrorista con sede en Gaza cometió un ataque asesino en Israel que se cobró la vida de más de 1.400 personas, se acerca a su tercer mes. No se vislumbra un final para el conflicto, ni se anticipa un final para el sufrimiento de aquellos atrapados en medio de la vorágine.
Desde hace casi tres meses, cientos de personas que Hamás tomó como rehenes ese día de infamia permanecen cautivas. Afortunadamente, decenas de personas fueron liberadas mediante negociaciones; unos pocos han muerto en cautiverio, ya sea a manos de sus captores o por las fuerzas israelíes que intentaron rescatarlos.
Estos rehenes son civiles, no prisioneros de guerra. Ya no necesitan verse atrapados en medio de este conflicto. Deberían ser devueltos a sus familias de inmediato. Y Hamás debería dejar de utilizarlos como peones en su juego mortal, dejar vivir a los rehenes y liberarlos.
Y aquí en casa, ese debería ser nuestro llamado en estas fiestas. Simplemente protestar en las calles exigiendo un alto al fuego y pidiendo a Israel que deje caer sus armas es un error y una equivocación. También ignora la difícil situación de los rehenes bajo el control de Hamás.
No lo olvidemos: Hamás podría liberar a los rehenes hoy. Ya no tienen motivos para alejarlos de sus seres queridos. Pero los terroristas deciden no hacerlo porque ven a los rehenes no como personas, sino como garantía: una manera de ganar tiempo para reagruparse y libertad para sus asociados encarcelados bajo el Estado de derecho, no la bala.
Nos preguntamos si quienes protestan en las calles exigiendo un alto al fuego y menospreciando a Israel como un Estado que supuestamente comete “genocidio”, realmente entienden la falta de humanidad de Hamás, no sólo en lo que respecta a los rehenes, sino también al pueblo de Gaza, a quien también reprimen.
No tiene por qué ser así. Hamás puede hacer lo correcto hoy y dejar que los rehenes vivan en paz y libertad. Sabemos que, si no lo hacen, Israel hará todo lo posible para rescatar a los rehenes por la fuerza mientras trabaja para erradicar a Hamás en Gaza.
Aquellos de nosotros que creemos en la paz y en que la humanidad triunfe sobre el mal debemos defender y exigir la liberación inmediata de los rehenes israelíes. Es hora de traerlos a casa en paz, seguridad y buena voluntad.