El presidente Donald Trump consideró «triste» la retirada de estatuas y monumentos vinculados a la simbología confederada, defendidos por grupos supremacistas blancos, tras los episodios de violencia racista ocurridos el pasado fin de semana en Charlottesville (Virginia).
«Es triste ver la historia y la cultura de nuestro gran país siendo destrozadas con la eliminación de nuestras hermosas estatuas y monumentos. No puedes cambiar la historia, pero puedes aprender de ella. Robert E Lee, Stonewall Jackson – ¿quién será el siguiente, Washington, Jefferson? ¡Tan tonto!», consideró Trump a través de su cuenta de Twitter.
En una serie de comentarios al respecto, el multimillonario defendió hoy la permanencia de dichas representaciones, admiradas por grupos como el Ku Klux Klan (KKK) y denostadas por otras por considerarlas símbolos de la defensa del racismo y la esclavitud.
«¡También la belleza que está siendo sacada de nuestras ciudades, ciudades y parques será grandemente extrañada y nunca seremos capaces de reemplazarla!», añadió el mandatario ante la polémica.
Los enfrentamientos que tuvieron lugar el fin de semana, y que acabaron con la vida de una joven de 32 años, arrancaron con la convocatoria de la marcha «Unir la derecha», convocada contra la retirada de una estatua del general confederado Robert. E. Lee.
La manifestación provocó una contraprotesta, donde se encontraba Heather Heyer, quien falleció al arrollar un presunto neonazi con su vehículo a un grupo de manifestantes antirracistas.
En Estados Unidos hay centenares de representaciones, estatuas y monumentos en homenaje a figuras del bando confederado de la guerra civil (1861-1865), formado por los estados secesionistas favorables a la esclavitud, quienes perdieron la contienda.
A raíz de lo ocurrido en Charlottesville, los ayuntamientos de diversas localidades han decidido retirar los monumentos confederados de sus calles, mientras que en otros lugares han sido directamente derribados por sus vecinos.
Trump ha levantado una fuerte controversia por su tibieza a la hora de condenar los hechos violentos de Virginia, y más tarde equiparar la culpa de lo ocurrido a «ambos bandos», una postura que le ha valido duras críticas incluso en el seno de su propio partido.